sábado, 8 de junio de 2013

Foucellas on tour

Hace tiempo que no frecuentaba este lugar, nos dio muchas alegrías y mucho picante tiempo atrás, pero las nuevas tecnologías son una ola que todo lo arrastra, en cierto modo ha arrastrado a nuestro Blog ante la inmediatez del Whatsapp, que ya parece un microblog con más entradas que Toñito en su otrora rubia cabellera.
Pero vamos al lío.
Yo soy poco internacional, no acostumbro a pegarme viajes por el mundo, prefiero escapadas más cortas y descanso vacacional cerquita y playero, además con los niños el coste de billetes de avión se multiplica así que yo me conformo con conocer un poco más nuestra geografía.
Un viaje relámpago reciente fue a Pedrosa de Duero y Haro, allí pude visitar 2 furanchos, tenían vino propio y daban comidas, la principal diferencia es que sabían hacer el vino y se habían gastado dinero para hacerlo bien. Uno de ellos tiene licencia de restaurante aunque lo usan principalmente para comidas privadas.
 La primera parada fue en un área de servicio, tras salir de Pontevedra muy tempranito, parada en Vigo donde montamos en la fragoneta, malacatones al maletero y dormida hasta A Gudiña, desayuno bocata y zumo y seguimos hasta Pedrosa de Duero, allí al lado de Viña Pedrosa y Pago de Los Capellanes, se encuentra Carmelo Rodero, agricultor que vio que con el cereal lo tenía jodido y planto viña, al principio le vendía la uva a Vega Sicilia hasta que decidió hacer sus vinos, hace unos años su hija, tras estudiar en Valladolid y Burdeos, se hace cargo de la enología.
No os voy a aburrir con detalles técnicos, así que pasamos a las brasas.
Estos fueron los vinos que pudimos probar.

De ahí arrancamos para Haro, con la barriga llena nos acomodamos en el hotel y dimos una vuelta por su casco histórico, muy cortita y ligera pues estábamos a reventar.
Desayuno copioso y arrancamos para el barrio de la estación, donde se encuentran las grandes bodegas ya que el tren era el medio de transporte para enviar el vino a Francia hace algunos años.
Allí nos espera Muga, bodega de larga tradición, nos enseñan el pueblo y la zona desde el mirador de la torre y arrancamos para una finca, allí nos espera un técnico de campo y algo más.
Unos choricitos asados con Sarmiento y un vinito de maceración carbónica.
Vista del viñedo.
Volvemos a bodega donde vemos como trabajan, conocemos a su tonelero, que hace los tinos y las barricas que usan en Muga, comprobamos como filtran con clara de huevo.
Los aparejos del tonelero.
Después nos toca comer y que mejor que una menestra con los productos de la huerta, una pochas y Lechazo, todo regado con vinos de la casa y de postre, el favorito de Marcos, una buena pera, en este caso al vino.
Después recogemos bártulos, pequeña parada en A Gudiña para una frugal cena y llegada a casa, un viaje breve pero muy intenso e interesante.
Salud.
PD. La vida es muy corta para malgastarla bebiendo malos vinos.

3 comentarios:

Chiñi dijo...

Con ese comiezo ya ni me molesté en leerlo, eres un maquina.

Roberto Juncal dijo...

Chiñi a que te refieres, al titulo o al primer parrafo????
Contesta o te corto el cuello en la proxima boda...

ricardotero@gmail.com dijo...

Muy buena vision. Me acaba de entrar un hambre???